lunes, 11 de enero de 2010

Hoy no pienso escribir.

Aunque capás que lo haga.

Esta tarde estábamos sentados con un amiguito (diminutivo porque es pequeño) en la plaza, mirando como se mueven las nubes.
Rápido, como todo.
Todo lindo, paz, amor, libélilulas, cuando llegaron tres personitas con un perrito.
No habrán pasado ni diez minutos de su llegada, que el perrito, contento, coleante y vivo se acerca a nosotros moviendo su colita con toda la energia con los que los perros hacen este movimiento.
Bueno, la cuestión es que el perrito se nos acerca con un fasito en su boca y lo tira ahí, inmediatamente al lado de nosotros. Creo que está de más aclarar la pedazo de sonrisa de oreja a oreja que se nos armó en la cara. Nos miramos con toda la felicidad y exclamamos un muy suspirado: SI!
En todo este entusiasmo con nuestro regalito (pensábamos que era un regalito), llega el dueño a sacarnos el perro y pronuncia sin repetir y sin soplar las palabras mágicas: uh chicos, ¿ese fasito es suyo?.
Y SÍ, ¿QUE LE ÍBAMOS A DECIR?: no, lo trajo el perrito (la sonrisa decae y se nota la desilusión).
El dueño toma su pertenencia, al perro y se va a fumar su porrito a medio metro de nosotros.


Que día de mierda.

1 comentario:

  1. Nunca te pasó (a vos que te gusta tanto el viento) que cuando ves las nubes allá arriba que pasan muy velozmente pensas algo como "Uh, yo también quiero estar ahí". Posta que te debe desmayar un viento tan fuerte (?)

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